Un estudio, presentado en la jornada de Psicología en la Universidad de Oviedo, alerta de que las víctimas de acoso escolar tienen más riesgo de ser adictas al juego

 

El Principado de Asturias venía recibiendo anualmente unas cinco solicitudes para la apertura de casas de apuestas. Pero durante el primer trimestre de este año, este tipo de peticiones aumentaron a 47. Este claro incremento refleja el crecimiento experimentado por el sector del juego, foco de discusión social a cuenta de sus efectos negativos sobre una parte de la sociedad. Ayer, varios expertos en docencia y psicología analizaron, durante la quinta jornada de Psicología Educativa celebrada en la Universidad de Oviedo, las consecuencias que la irrupción de las casas de apuestas y los portales de juego ‘online’ tienen sobre los jóvenes. «No es aceptable la publicidad de casas de apuestas en partidos, radios y televisiones. Los jóvenes aprenden que eso mola y les hace sentir más profesionales. Es curioso, porque nadie se imagina a un futbolista anunciando una marca de tabaco», consideró la psicóloga Aris Grande.

Según los datos de un estudio expuesto ayer por Grande, los adolescentes presentan entre dos y cinco veces más problemas con el juego que los adultos. «Un 40% de adolescentes afirmaron haber utilizado juegos de apuestas en el último año», afirmó esta experta, quien advirtió sobre la vinculación entre este tipo de hábitos y las actitudes impulsivas. «Los problemas con el juego aumentarían los comportamientos impulsivos», aseguró.

 

No es la única relación establecida a partir del estudio realizado sobre los hábitos de juego. «Se han detectado mayores tasas de acoso en los jugadores frecuentes y con alto riesgo», advirtió Grande, quien explicó que este tipo de jóvenes, tanto hombres como mujeres, usarían el juego y las apuestas como una forma de evasión. Así, víctima de acoso escolar incrementa el riesgo de acabar convirtiéndose en adicto al juego. «En general, la mayor parte de adolescentes comienza a jugar como forma de encontrar emociones positivas, que se terminan convirtiendo en motivos para afrontar el estrés. Los sanitarios deberían poner coto a este tipo de situaciones», planteó esta psicóloga, miembro del grupo de investigación de conductas adictivas de la Universidad de Oviedo.

Adictos a los videojuegos

El de la adicción al juego forma parte de los peligros que conlleva la exposición continua de los jóvenes a las nuevas tecnologías. Una irrupción destinada a marcar a la conocida como ‘generación Z’ y en la que destaca el uso continuado de los teléfonos móviles.

«La nomofobia no es una adicción al teléfono, sino el temor a estar desconectado», matizó el investigador de la Universidad Internacional de La Rioja, Joaquín González-Cabrera, quien cree demostrado que el mal uso de la tecnología rivaliza con los órdenes en aspectos como la alimentación, el sueño o la higiene personal. «En concreto, en el caso del trastorno por videojuegos ‘online’, quienes tienen este problema se caracterizan por jugar unas diez horas diarias o más de treinta a la semana. Si tienen de seis a ocho horas de colegio y están vigilados por los padres, ¿de dónde sacan las horas? Evidentemente, del sueño», sostuvo González-Cabrera.

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