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Decía Carlo Sagan que vivimos en una sociedad tremendamente dependiente de la ciencia y la tecnología en la que casi nadie sabe nada acerca de la ciencia y la tecnología. Una frase que bien se podría emplear sobre los millones de adictos al móvil, enganchados a su pequeño smartphone sobre el que han desarrollado una relación de absoluta dependencia.

Hoy por hoy vivimos conectados al móvil a todas horas. Lo revisamos en el baño; repasamos si hemos recibido algún WhatsApp o alguna notificación de Facebook, Instagram o Twitter incluso dentro del cine; cuando estamos comiendo tranquilamente con nuestros amigos y, por supuesto, lo utilizamos para evadirnos en reuniones familiares.

La línea entre el exceso y la adicción es bastante difusa, pero casi todos los estudios publicados en los últimos años alertan de la creciente dependencia del smartphone. Especialmente a edades muy tempranas, hasta el punto de llegarse a convertir en un problema antes de la adolescencia.

Los números no engañan. Cada uno de nosotros mira de media a su teléfono móvil unas 35 veces al cabo del día. Casi la mitad de los adolescentes reconoce que sienten ser adictos a sus smartphones, la inmensa mayoría de los padres ha discutido con sus hijos por el uso del móvil y muchos han tenido que prohibir tenerlo en la mesa a la hora de comer. Claro que esto afecta tanto a pequeños como a mayores.

Un reciente estudio concluía que alrededor del 70 por ciento de la población con smartphone revisa su teléfono durante la primera hora nada más levantarse. Y cada vez son más lo queusan el dispositivo como despertador, de manera que lo primero que hacen es revisar las notificaciones recibidas durante la noche. Y más de uno duerme con él debajo de la almohada, ¿puede llegar a convertirse en una obsesión?

No hace falta ser adicto al móvil para descubrir que el smartphone genera ya sobre nosotros una fuerte relación de dependencia. Un ejemplo muy evidente es la ansiedad y malestar que produce olvidarse el teléfono en casa o si sabemos que tendremos que pasar un par de días sin él porque necesita ser reparado.

Varias investigaciones apuntan a que de media pasamos más de 3 horas conectados al teléfono móvil, una cifra que por supuesto no es definitiva ya que todo depende del uso y de la necesidad que generemos alrededor del smartphone: ya no es solo un dispositivo para enviar y recibir llamadas, sino que lo utilizamos para estar constantemente en contacto con nuestros familiares amigos, informarnos, divertirnos e incluso es una de las principales herramientas para trabajar.

¿Cómo saber entonces si estás enganchado al móvil? Para descubrir si sufres este trastorno moderno bautizado como nomofobia (no-mobile-phone-phobia) un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Iowa desarrolló un método que mide tu grado de adicción al teléfono móvil.

Para descubrir tu grado de dependencia sobre el smartphone debes puntuar las siguientes cuestiones del 1 al 7, teniendo en cuenta que el 1 significa que estás totalmente en desacuerdo y el 7, por el contrario, que estás completamente de acuerdo. ¡Manos a la obra!

  • Me siento incómodo si no tengo acceso constante a la información de mi teléfono.
  • Si no puedo consultar mi móvil cuando quiero, me siento molesto.
  • Si no puedo informarme de las noticias (actualidad, el tiempo, etc.) en mi smartphone me pongo nervioso.
  • En caso de que no pudiese utilizar mi teléfono o sus aplicaciones cuando quiero hacerlo, me irritaría.
  • Me da pánico quedarme sin batería.
  • Me asusta agotar los MB de mi tarifa de datos.
  • Cuando no tengo red WiFi o de datos, estoy constantemente comprobando si encuentro alguna conexión WiFi a la que engancharme.
  • Me da miedo quedarme atrapado o perdido en cualquier parte si no puedo usar mi móvil.
  • Cuando no puedo mirar mi teléfono durante un tiempo, ardo en deseos de poder echarle un vistazo.
  • Si no tengo mi smartphone conmigo, siento ansiedad porque no puedo comunicarme instantáneamente con mi familia y amigos.
  • Cuando no tengo el móvil, me preocupa que mi familia o amigos no puedan localizarme.
  • Si no tengo mi terminal, me pongo nervioso porque no puedo recibir mensajes de texto ni llamadas.
  • Me produce ansiedad no poder mantenerme en contacto con mi familia y amigos cuando no tengo mi teléfono.
  • Cuando no llevo el smartphone me agobia pensar que alguien ha intentado contactar conmigo y que yo no he contestado.
  • En caso de que no tuviera mi móvil, me sentiría mal porque se rompería la conexión constante que tengo con mi familia y amigos.
  • Si no tengo mi teléfono me altera el hecho de no poder publicar lo que hago.
  • Me causa incomodidad no poder acceder a las redes sociales cuando no tengo el smartphone conmigo.
  • Cuando no llevo el móvil encima me hace sentir mal no poder ver las notificaciones de mis contactos en las redes sociales.
  • Si no tengo el teléfono me produce ansiedad no poder ver mis mensajes de correo electrónico.
  • Cuando no tengo el móvil me siento raro porque no sé qué hacer.

Hasta aquí, las preguntas. Ahora, suma tus puntuaciones para ver si eres adicto al móvil. Te dejamos los resultados a continuación:

  • De 20 a 60 puntos: ¡Enhorabuena! Apenas estás enganchado. Tu nivel de nomofobia es leve.
  • De 60 a 100 puntos: Ojito, que ya apuntas maneras. Contrólate un poco, tu nivel de nomofobia es medio.
  • Más de 100 puntos: Deberías consultar con un especialista, tu nivel de nomofobia es elevado.

Para combatir la dependencia muchos apuestan por tomar un poco de perspectiva y alejarse gradualmente del smartphone, sustituyendo algunas de sus funciones con otros aparatos. Por ejemplo puedes utilizar un reloj despertador como alarma, sustituir Instagram por un libro o revista de viajes o salir a la calle a dar un paseo sin el móvil. Los hay que van más allá y cambian su moderno teléfono por un antiguo Nokia con el que solo podremos realizar algunas funciones básicas.

Los motivos para la alarma en cualquier caso son relativos, ya solo una pequeña parte de los que viven enganchados al móvil sufre realmente una adicción. Claro que hoy en día no está de más recordar una de las frases más celebres de Steve Jobs, cofundador de Apple: «cambiaría toda mi tecnología por una tarde con Sócrates» Y tú, ¿harías lo mismo?

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